Hablar de hidroterapia es hacerlo de un tipo de tratamientos a los que la medicina tradicional ha reconocido que tiene eficacia para ayudar a determinadas patologías. Así que, es momento de reivindicarla como una alternativa saludable y recomendable, con datos científicos y objetivos que la apoyan.
Esta dinámica de ir encontrando nuevas aplicaciones a la hidroterapia va avanzando en áreas hasta ahora insospechadas. Una de la que está concentrando mucho interés en los últimos tiempos es la que tiene que ver con los niños, en concreto con sus efectos pedagógicos.
Por una parte, sumergir a un niño en una bañera de hidromasaje o un spa, con una temperatura y funcionamiento adecuados, hace que se disminuyan sus tensiones. En pequeños especialmente activos y propensos a la dispersión de su atención, estas prácticas consiguen un estado de relajación muy positivo.
Pero, por otra parte, si lo que se hace es realizar estos baños en compañía de los padres y hermanos se consigue intensificar las relaciones afectivas entre los miembros de la familia. Se producen momentos en los que a los menores les resulta más fácil expresar sus sensaciones, lo que los progenitores pueden aprovechar para profundizar en lo que les puede estar sucediendo.
Como conclusión, la hidroterapia no solo es una buena solución para determinadas dolencias físicas. Es igual de recomendable para problemas de integración social, de atención, de aprendizaje o de comportamiento. Gracias a esta terapia se mejora, sin duda, la calidad de vida de los más pequeños de la casa. Incluso, ayuda a que se interesen por las prácticas deportivas que tan beneficiosas son para ellos.
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